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1.1.08












Dreaming that I Ate Buenos Aires


“Me veras volar por la ciudad de la furia, donde nadie sabe de mí...”

(La ciudad de la furia, Soda Stereo)









Normalmente me parecen aburridas las narraciones de viajes. ¿Qué importancia real puede tener la experiencia de alguien más en otra ciudad? ¿Acaso como ficción? Como si en algo fuera a ser igual para los demás, nos aventuramos a contar nuestra historia. Sólo la coincidencia, ciertos datos y la metáfora pueden hacer que esta transmisión tenga sentido. Si lo lees será circunstancial, si lo lees todo nos habremos comunicado en un primer sentido, nos atrae Buenos Aires.



“Lo que me une con la ciudad de la furia...”

La identidad cultural se define al pertenecer a un territorio delimitado, dentro del cual se vuelven uniformes muchas tradiciones, maneras, costumbres, sistemas y formas específicas entre la sociedad que habita dicho territorio: Latinoamérica. El sentido de pertenencia, de que nosotros mismos pertenezcamos a un grupo social, nos ubiquemos en su historia, adoptemos sus causas y estilos –formados por los mismos, al ser aquellos con los que crecemos y somos– para representarnos a nosotros mismos a través de la autodefinición y manipulación de nuestra propia apariencia, proceder y actuar, con elementos tomados de esa cultura.

Latinoamérica, una delimitación geográfica –y con más divisiones territoriales dentro–, la mayor parte de América, la que componen los países hispanohablantes –y Brasil–, viene a ser ese territorio más amplio al que se pertenece cuando se crece en Tijuana. Desde la línea divisoria hasta el Polo Sur encontraremos tantas similitudes con nuestra cultura, en su gente y en las ciudades mismas, como diversidad cultural en todos los sentidos. El ser latino se hace evidente, el candor y la pobreza, la burocracia y la impuntualidad, el espíritu festivo y lo accidentado de sus estructuras urbanas, de sus conquistas y guerras.


“Buenos Aires se ve tan susceptible...”

Las grandes urbes latinoamericanas guardan en su memoria historias de luchas de independencia y concentran en ellas la caótica belleza de la mezcla racial. Entre ellas Buenos Aires, continuando el proceso de aliviarse de la dictadura y sus desaparecidos en los 70, recuperándose ahora a paso veloz de la crisis económica del 2001. La ciudad me recibe con una buena dosis de smog, y las miradas desde el principio detectan una distinción en mi rostro y luego en mi persona, la mayor parte de ellas amables, pertenecientes a rasgos atractivos y apellidos italianos.


“Me dejarás dormir al amanecer...”

Ciudad de alta costura, costumbres cosmopolitas y europeas. En Buenos Aires la noche se vive igual que el día y las fiestas comienzan a la 1:00 de la mañana. Propicia para todos los tipos de peligros de la oscuridad, se presume segura para aventurarse solitariamente de noche en sus bares, conciertos, cabarets, teatros y clubs. El tiempo se estira para vivir más durante la madrugada, y el día es de 25 horas.


“Me verás caer como una flecha salvaje...”

No me sentiré perdida cuando vaya descubriendo que todo se concentra en Capital Federal y su gran microcentro, plagado de kioscos y locutorios. No necesitaré un automóvil, los taxis me depositan y recogen a toda hora en las distintas esquinas de los cien barrios porteños, para caminar por sus largas calles y avenidas repartiendo poemas en los buzones de correo de edificios y casas, y en manos de peatones. No necesitaré un hotel, diversas empresas compiten por atraer a los turistas para rentar sus equipados apartamentos, por día, semana o mes. En algún treceavo piso puedo sentir que vivo allí después de un par de semanas y el azar me coloca estratégicamente detrás del cementerio de La Recoleta, para enterrar desde mi ventana la organización paradigmática que sostiene una anterior versión de mí misma, antes de estar y respirar en aquella ciudad.

Hoy muchos caminos apuntarán hacia esta ciudad latinoamericana que ha incubado muchas de las formas y movimientos que nos caracterizan como latinos. Los argentinos sobresalen y nos brindan fuertes detonadores en la literatura –varios de los grandes escritores hispanoamericanos son de este país–, el fashion, la música –mayores representantes del tango, el rock, y la electrónica en América Latina–, el teatro, las artes plásticas, la cocina, la ciencia –con dos premios Nobel–, el fútbol –habiendo sido campeones mundiales–.

Concentrada en sobrepasar sus propias fronteras, Buenos Aires se postularía en algún tiempo para capital cultural de Latinoamérica, con toda su carga de fuerza y coraje sudamericano y una amplia intelectualidad dirigida a hacer una guerra silenciosa contra la opresión.











Foto tomada de Internet

“Me verás volver...”

Buenos Aires me despide con el día más helado de su invierno polar, y una nevada histórica –hacía alrededor de 80 años que no nevaba allí– que no quiere que me vaya y me obliga a quedarme una noche más. Desde Tijuana planeo la estrategia, a través de esta conexión argentina.



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